Las normas sociales son reglas no escritas sobre la forma “correcta” de actuar. Se definen en relación con un “grupo de referencia”: el grupo de personas cuyas expectativas son importantes para un individuo dado en una determinada situación. Una norma es una creencia sobre cuál es el comportamiento “típico” (lo que hacen los demás) y el comportamiento apropiado (lo que los demás esperan que hagan).
Las normas sociales son diferentes de las actitudes individuales y, a menudo, pueden entrar en conflicto. Por ejemplo, una mujer puede no querer tener un hijo hasta que termine su educación (actitud), pero puede no usar anticonceptivos porque sus suegros esperan que tenga un hijo de inmediato (norma).
Las normas se aprenden desde la infancia. Muchas normas, especialmente las relacionadas con el género y la salud reproductiva, se establecen durante la adolescencia temprana. A medida que los niños y las niñas crecen, las normas se solidifican más. Por lo tanto, la adolescencia es un momento realmente importante para ayudar a los jóvenes a reflexionar sobre las normas sociales y desafiar las que pueden entrar en conflicto con las actitudes, creencias o deseos personales.
Las normas sociales tienen una fuerte influencia en la salud y el desarrollo. Por ejemplo, las normas de género pueden afectar el acceso a los recursos, las intenciones reproductivas y la capacidad de las mujeres y las niñas para tomar decisiones sobre su propia salud. Esto puede afectar una variedad de resultados de desarrollo, incluido el momento y el espaciamiento saludables de los embarazos.